Thomas Brobson de JDRF describe el proyecto de desarrollar el páncreas artificial.
Por Craig Idlebrook
Hay un tiempo de sueño que a menudo acompaña a las recaudaciones de fondos para buenas causas que se efectúan en las noches. Los asistentes utilizan su energía social durante la hora del cóctel y luego comienzan a perder fuerza ya que el largo día de trabajo comienza a sentirse en sus cuerpos. Una vez que las luces se van apagando y comienzan los discursos, los párpados se sienten pesados.
Esta fue la manera agradable que un reciente evento del JDRF Nueva Inglaterra estaba progresando hasta que Thomas Brobson tomó la palabra y comenzó a hablar acerca de los avances en la tecnología del páncreas artificial. De repente, la energía de la habitación crujió despertando el interés, los padres de niños con diabetes tipo 1(DT1) sintieron una oleada de esperanza. Los oyentes se enderezaron, mantuvieron la espalda derecha y empezaron a tomar notas apresuradamente. Hubo incluso algunos susurros audibles.
Todo esto debido a que Brobson, director nacional de investigación y oportunidades de inversión del JDRF, detallaba los avances tecnológicos que el páncreas artificial ha tenido en durante la última década. Para Brobson, estos avances no son sólo algo que ha leído, sino algo que ha experimentado. Brobson cree que la tecnología integrada jugará un papel muy importante en la conformación de una cura funcional de la DT1 en un futuro cercano. Esa es una razón por la cual él es un DT1 geek de tecnología que usa una bomba de insulina y un medidor continuo de glucosa (MCG).
“Tengo muchas cosas unida a mi cuerpo”, dijo Brobson. “Es muy divertido ir a través de la TSA en el aeropuerto.”
Brobson se ha ofrecido voluntariamente y alegremente para probar nuevas soluciones de tecnología para el control de glucosa. Cuando en el 2006 el JDRF se comprometió a financiar la investigación en tecnología del páncreas artificial , Brobson levantó su mano para ser un conejillo de indias. En el 2007, comenzó a participar en los ensayos clínicos humanos de tecnología del páncreas artificial a través del Centro de Tecnología de Diabetes de la Universidad de Virginia.
La primera vez que estuvo conectado a un páncreas artificial fue sin duda una experiencia clínica. Tenía suero en ambos brazos, uno para la insulina y otro para el glucagón, y se vio obligado a utilizar ropa lo más pesada que podía soportar para prevenir que los líquidos se coagulen. Aunque el páncreas artificial proveyó un gran control de las glucosas, Brobson comenta que obviamente no estaba diseñado para ser práctico.
“Cuando iba al baño tenía la compañía de otras 3 personas más”, dijo Brobson.
Pero el desarrollo del páncreas artificial comenzó a cambiar con la llegada de los teléfonos inteligentes y la tecnología inalámbrica. Cuando Brobson regresó para otro ensayo clínico en el otoño del 2012, la nueva tecnología había mejorado hasta el punto que ya no tuvo que quedarse en el hospital. El nuevo diseño consistía de bombas de insulina inteligentes y MCG trabajando en conjunto para mantener las glucosas en el rango óptimo con mínima intervención de parte del usuario. Brobson simplemente tenía que configurar algunos parámetros utilizando un dispositivo similar a un teléfono inteligente.
“Literalmente, me entregaron este teléfono y me dijeron: ‘¡Ve y vive tu vida’”, dijo Brobson.
Era mejor que eso: le dijeron que era obligatorio comer en restaurantes. Brobson dijo que necesitó muy poca persuasión para hacerlo; fue directo a un restaurante y comió una hamburguesa con queso y un helado (sin embargo, no se atrevió a comer papas fritas). El sistema parecido al páncreas artificial trabajó como se esperaba, trabajando automáticamente para mantener sus glucosas dentro del rango óptimo. A lo largo del breve tiempo de prueba de este sistema, Brobson tuvo que hacer muy poco, solamente unos ajustes ocasionales en la bomba de insulina utilizando dos botones simples de operar en el dispositivo similar a un teléfono.
Cabe señalar que este dispositivo ambulatorio no incluía glucagón, un ingrediente esencial en la imitación del sistema de circuito cerrado de un páncreas en funcionamiento. El mayor obstáculo a la inclusión de glucagón en un sistema de este tipo es que los investigadores aún no han ideado una manera confiable de mantener la sustancia en forma utilizable a temperatura ambiente. (Algunas personas con DT1 que siguen el progreso del páncreas artificial creen que cualquier sistema debe incluir glucagón para ser considerado un verdadero páncreas artificial.)
Brobson señala que hay muchas opiniones diferentes acerca de cómo debe ser la cura para la DT1, y todas tienen validez. Él cree que la cura debe hacer posible que las personas con DT1 no tengan que pensar constantemente acerca de la condición, al igual que las personas con presión arterial alta a menudo no tienen que pensar constantemente acerca de su condición.
Para el siguiente paso, los investigadores de la Universidad de Virginia ahora quieren que las personas que viven con DT1 prueben y utilicen la tecnología del páncreas artificial por un periodo de 6 meses consecutivos. Para financiar esta prueba será necesario levantar unos $10 millones de dólares. Una vez que se financie la siguiente fase, si el protocolo del ensayo permite la repetición de voluntarios, se pueden imaginar quién podría ser el primero en levantar la mano para participar.
Este artículo fue traducido en español por Mila Ferrer.